Promovidas en ocasiones engañosamente como centros de conservación de tortugas marinas, las granjas o criaderos de tortugas son simplemente una actividad comercial. En algunos de estos lugares, se interrumpen los comportamientos naturales de cría y se mantiene a las tortugas en condiciones inapropiadas exclusivamente con finalidades de exhibición y lucro.
En los criaderos de tortugas suelen mantenerse a las crías durante sus primeros tres días – supuestamente para que se hagan fuertes aunque también es cuando son más atractivas para los turistas, y liberarlas después. El problema está en que cuando se liberan en la costa se encuentran en su período más letárgico y caen más fácilmente presas de depredadores.
Aunque se desconoce cómo vuelven las tortugas al lugar donde nacieron para poner sus huevos, hay muchas probabilidades de que esté relacionado con algunos tipo de imprinting (un proceso de aprendizaje en animales jóvenes durante el corto período sensible de receptividad). Cuando salen del huevo y se arrastran al agua. Si salen del huevo en otro lugar y luego son llevados al mar, esto podría interferir drásticamente con su proceso natural de aprendizaje sobre dónde poner sus huevos cuando maduren y, por tanto, poner en peligro su reproducción. Asimismo otros factores, como liberarlas a plena luz del día también puede tener un impacto negativo en su futuro.
Adicionalmente, muchas granjas de tortugas muestran animales adultos simplemente para su exhibición. Algunos de estos centros permiten que los visitantes toquen a los animales, los saquen del agua y se hagan fotos con ellos o incluso que se bañen con las tortugas. Otros incluso organizan bodas y otras fiestas en sus instalaciones.
Con el conocimiento que se tiene hoy en días del comportamiento de estos animales y de cómo ciertas prácticas pueden perjudicar tanto a los individuos como a las poblaciones a largo plazo, se puede entender que la mejor práctica de conservación sería preservar los procesos naturales in situ en vez de tratar de sustituirlos o reproducirlos. Así pues, la mejor conservación para estas especies es, cuando sea posible, proteger sus nidos en las playas.
Aunque estas visitas a las playas donde desovan las tortugas deben de ir acompañadas de unas buenas prácticas ya que en ocasiones los vehículos y la presencia descontrolada de turistas pueden destruir los huevos que están bajo la arena.
Para conservar realmente las tortugas se deben proteger sus lugares de puesta y permitir la cría y la migración natural de los animales. En el caso de tener que reubicar los nidos por cuestiones de protección de las crías, éstas deben ser liberadas inmediatamente después de nacer.
Este articulo está basado sobre el dossier de turismo responsable de la FAADA.
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